jueves, 27 de febrero de 2014

Uno para todos y todos para uno

Sin duda alguna, el amor es el sentimiento más lindo de todos. Amar, en el sentido más amplio de la palabra, es entrega, confianza y pasión; sentir a pleno, disfrutar, pero amar también es bastante complejo, quizás mucho más de lo que pensamos.

Desde que nacemos, es imposible saber de quién nos vamos a enamorar: si de alguien mayor o mucho menor a nosotros, si de alguien del sexo opuesto o del mismo sexo, o si de alguien tal y como lo habíamos imaginado o nada que ver.
Tampoco, sabemos si el amor es para toda la vida o habrá muchos amores a lo largo de nuestra existencia. Pero, ¿qué pasaría si esos amores se dan todos al mismo tiempo? Si bien, nos pueden gustar muchas personas, pero hay quienes deciden amar no solo a una persona, sino a varias y de una manera transparente. Este fenómeno le llaman el poliamor.
A simple vista, se puede creer que el poliamor se trata de una orgía, de intercambio de parejas, de infidelidades y amantes, incluso, hasta de poligamia. Sin embargo, todas estas ideas están muy lejos de lo qué es realmente el poliamor, el cual está basado justamente en este sentimiento, en la aceptación del amor entre tres o más personas, sin importar su identidad sexual. La única condición es el amor entre ellos y la aceptación de la relación por parte de todos.
Este fenómeno no es precisamente muy nuevo. El amor compartido, un hombre con varias mujeres o una mujer con varios hombres, ha sido una constante desde que existe la especie y prevalece ahora en algunas culturas, aunque por algunos otros factores de orden religioso o social, se ha sobrevaluado el binomio hombre-mujer debido, principalmente, a su importancia para la reproducción.
Pero existen personas que deciden lidiar con el amor de más personas y hay gente que ha encontrado en el poliamor, la forma de llenar todas sus expectativas de lo que busca en una pareja, pero repartiéndola entre varias personas, sean de su mismo sexo o del opuesto, rompiendo con la idea del amor tradicional.
Ahora bien, como decíamos, en el poliamor se da la aceptación del amor entre tres o más personas, la única gran condición, además de quererse, es la aceptación por parte de todos los que participan de la relación. Amar a más de uno se transforma en parte de la vida diaria.
Entonces, ¿cuál sería la diferencia del poliamor con el movimiento swinger? Se podría decir que éste último es una variante aunque no del todo, pues está enfocada a la sexualidad, es decir, se permite sólo sexo con otras personas, pero sin la posibilidad del romance o de coqueteo. En el swinger, las reglas son claras: la diversión se encuentra en el intercambio de parejas y otras actividades recreativas que sólo impliquen sexo, y no el enamoramiento. El poliamor, en cambio, se refiere a la vida conyugal o de amor con varias personas a la vez que consienten compartir la misma persona.
Ahora bien, los poliamorosos se distinguen por establecer vínculos honestos con sus parejas, al definir que el estar con otro no se traduce como engaño o traición porque es parte del acuerdo entre ellos. Aunque no hay reglas escritas, la comunicación y la negociación es fundamental. Cada pareja forjará sus propias reglas y la única manera en que se pueda prolongar en el tiempo con éxito es un diálogo abierto y sincero. Además, en el poliamor, los celos brillan por su ausencia, pues no se ve al otro como un objeto que nos pertenece, es decir, no hay sentimiento posesivo, sino que se es feliz cuando también la otra persona es feliz
El principio del poliamor suena bastante complicado, pero hay gente que ha acomodado sus existencias conviviendo con varias personas a la vez. Es un entorno que sólo podría sobrevivir a base de mucha tolerancia, lealtad y verdadero compromiso.

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